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¿Es posible construir un mundo de paz?

    Para afrontar esta pregunta, tan compleja y amplia, podemos comenzar  por preguntarnos a qué llamamos “paz”. Existe una tendencia social a categorizar la paz como algo difuso, lejano, inaccesible, algo ajeno a nuestra vida cotidiana, y, muchas veces, un ingenuo deseo utópico e inalcanzable. Sin embargo, ¿por qué sentimos que la paz es imposible? Podríamos suponer que cuando, por largos periodos de infelicidad, el ser humano se acostumbra al sufrimiento, toma la costumbre de rendirse, a tal punto de que lo considera como algo natural. Pero, a pesar de esta sensación, existe en nosotros el potencial de hacer surgir el poder de la esperanza, capaz de transformar el destino de la época.

     Hubo grandes personalidades a lo largo de la historia que se consagraron a la construcción de un mundo de paz. El Mahatma Gandhi (1869-1948) , por ejemplo, señaló: «La única vida fructífera es la que se vive al servicio [de los demás]»

     Gandhi, durante su juventud, se consagró con alma y vida al estudio, y se recibió de abogado, de lo que trabajó en Sudáfrica. Allí, en aquel entonces, la discriminación racial imperaba en todas las esferas del ámbito público. Observando y experimentando en carne propia toda clase de hostilidades e injusticias, Gandhi se decidió a extraer valor de su vida y hacer frente a esta realidad, poniéndose de pie solo, dispuesto a luchar por todas las personas que estaban siendo víctimas de este sistema discriminatorio.

    A pesar de ser arrestado y encarcelado muchas veces, Gandhi nunca se rindió en su resistencia no violenta contra la opresión. Incluso cuando su salud se debilitó a causa de numerosas huelgas de hambre y de reiterados y prolongados encarcelamientos, con paciencia conservó la alegría y un espíritu valiente invencible, bajo el espíritu de que «lo que es posible para uno es posible para todos».²

    Inmersos en rutinas repetitivas, a veces la oscura nube de la impotencia se instala en nuestra vida. Pero el ejemplo de seres humanos como Gandhi, nos inspiran a intentar dar lo mejor que tenemos en pos de modificar el rumbo de nuestro siglo. Tal como señaló Aristóteles, el ser humano es un ser social y político, y la comunidad se define como la agrupación de esos seres humanos que comparten necesidades y un propósito común. Tendemos a olvidar que la sociedad es un conjunto de personas, y que, gracias a este motivo, todo lo que existe generado por la misma es producto del corazón de los seres humanos. Es por esto que, si emprendemos el desafío de transformar el corazón de cada persona y así de los pueblos del mundo, instalando allí la convicción de que un mundo de paz no es solo posible sino también indispensable para el progreso y futuro de la humanidad, ¿no significaría entonces que el camino de la paz se abre ante nosotros? Una famosa frase de Gandhi dice: «El día en que el poder del amor anule el amor al poder, el mundo conocerá la paz».

    El Dr. Daisaku Ikeda, eminente filósofo y escritor que consagró su vida a la construcción de una era de paz, escribió una novela que consta de 30 volúmenes llamada “La nueva revolución humana”. La misma, comienza reflexionando sobre la naturaleza de la paz: “Nada es tan preciado como la paz. Nada produce tanta felicidad. La paz es el punto de partida más fundamental para el avance del género humano”. ³

    Es un punto de vista renovador y revolucionario, porque plantea la idea de que la paz no es un punto de llegada, sino que será la base para el crecimiento y la evolución de la humanidad. De hecho, al categorizarla como “el más fundamental”, podemos considerar que, de todas las esferas de la sociedad, ya sea la política, economía, la cultura, ciencia, o cualquiera de los campos de desarrollo humano, la paz es lo más trascendental y esencial. Transversal a todas las disciplinas, la paz puede ser el corazón de todo el florecimiento de la civilización, para permitir desplegar el máximo potencial de todos los pueblos del mundo, y construir así una historia de armonía y respeto a la dignidad de la vida.

    En el año 2018, el Dr. Ikeda realizó junto al activista por la paz, el Premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel, un llamamiento a los jóvenes del mundo, “A la resiliencia y la esperanza”. Al comienzo del llamado, se lee: “Nos dirigimos a los jóvenes del mundo para que se unan y enfrenten los importantes retos de la humanidad, y sean constructores de su propia vida y de la historia del nuevo milenio. Nuestra esperanza es infinita porque estamos convencidos de que sabrán resolver los más diversos imperativos planetarios en unión solidaria”.

    Más adelante, refiere a la manera en la que el Mahatma Gandhi instó a las personas a ser conscientes de sus acciones y palabras, convencido de que la consideración hacia el bienestar de los desfavorecidos debía ser la base del desarrollo social, vinculando esta visión de Gandhi con el lema de “No dejar a nadie atrás” establecido en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas. Y finaliza con las siguientes palabras: “Consideramos que será sumamente significativo para las sociedades contemporáneas y futuras que los jóvenes asuman su compromiso junto a los pueblos para inaugurar un nuevo amanecer de esperanza, unidos solidariamente para velar por la dignidad de la vida, luchar contra las injusticias y compartir el alimento del cuerpo, del espíritu y de la libertad. Si así lo hicieren, construirán un valioso patrimonio espiritual universal de la humanidad, un nuevo mundo justo y solidario”.

     
    1. Gandhi, Mahatma: The Collected Works of Mahatma Gandhi (Obras completas del Mahatma Gandhi), Nueva Delhi: Departamento de Publicaciones, Ministerio de Información y de Comunicaciones, Gobierno de la India, 1995, vol. 85, (16 de julio de 1946 – 20 de octubre de 1946), pág. 509.
    2. Gandhi, Mahatma: All Men Are Brothers: Autobiographical Reflections, comp. y edit. Krishna Kripalani, Nueva York: Continuum, 2000, pág. 4.
    3. Ikeda, Daisaku: La nueva revolución humana vol. 1, Azul índigo, pag. 11.